El Verdadero Precio del Predicador

"Cuando predicar la palabra no es tan solo tener un micrófono en la mano"

Mucho se oye decir que los predicadores del verdadero evangelio y aquellos que son llamados por Dios tienen que pagar un precio enorme por cada mensaje expuesto y por llevar a cabo cada cosa que Dios ponga en sus manos.

Muchos hablan cosas superficiales que suceden en la vida de estos expositores de la Palabra y trabajadores del reino. Se habla de que son traicionados, de que son engañados, de que son menospreciados, de que hablan de ellos, de que crean falsas calumnias en su contra, de que hablan falso testimonio de ellos, y todo esto lo catalogan como “Pagar un Precio.”

Cosas que todos estamos expuestos en algún momento de nuestras vidas y que no necesariamente están ligadas a aquellos que nos encargamos de expandir el Evangelio. Estas son situaciones que le pueden ocurrir a cualquiera, pero en mi opinión No las consideró pagar un precio.

Lo que si considero “El Precio del Predicador” es:

➡️Tener que dar una palabra de restauración a un pueblo en necesidad cuando el predicador se encuentra atravesando un momento de quebrantamiento.

➡️Es tener que orar por sanidad por otra persona, creyendo y teniendo fe, cuando el predicador está en urgencia de una sanidad.

➡️Es tener que orar por provisión para otro cuando el predicador está en un periodo de escasez en su vida.

➡️Es clamar por el milagro para otra persona, cuando el predicador necesita que Dios obre a su favor un milagro.

➡️Es tener que levantar a otro con una palabra, cuando en lo más profundo se siente en el piso sin fuerzas para levantarse.

➡️Es tener que orar por restauración matrimonial cuando su matrimonio está al borde del quebrantamiento.

➡️Es tener que hablar del perdón cuando todavía hay áreas que no ha sanado.

➡️Es decir: tus hijos regresaran a casa, cuando los tuyos están apartados.

➡️Es ver como Dios sana a otros y sigues esperando cuando llegue tu turno.

➡️Es tener que contener el llanto de una traición y dar una palabra de aliento al que ha sido traicionado.

➡️Es tener que secarse las lágrimas antes de tomar parte, despojándonos de todo como si nada hubiera pasado.

➡️Es tener que darle una palabra de consuelo a aquel que un día te dio la espalda.

➡️Es tener que sacar fuerzas de donde no las tiene y dar el todo por el todo, para que Dios haga conforme a su voluntad en las vidas.

➡️Es desprenderse de su Yo interior, y dejar que sea Dios que lo use de manera especial.

Esto sumado a las horas de estudio que conlleva preparar una predica, cuando su mente está en todos lados tratando de enfocarse. Sumado a las horas de oración y separación que conlleva esta preparación. Sumado al tiempo que tienes que dejar de hacer tal vez lo que te gusta para prepararte lo mejor que puedas hacerlo, para darle lo mejor a Dios. Sumado a las invitaciones que tuviste que decir que no porque todo tu tiempo está dedicado a separarte para Dios. Sumado a las noches de desvelo buscando la dirección de Dios.

Y si sigo la lista puede seguir…

Esto es lo que cuesta ser usado por Dios para bendecir a otros. Cuando le decimos a Dios: “Que se haga tu voluntad y no la mía”. Cuando se le dice a Dios “Haz como tú quieras conmigo”. Cuando se le dice a Dios, "Me pongo en tus manos".

Ese es el “PRECIO DEL PREDICADOR”.

Pero que bueno es Dios que siempre nos tiene de su mano, fortaleciéndonos, consolándonos, levantándonos, llenándonos de valor y mostrando su favor y su gracia sobre nosotros.

Analízalo ahora, y cada vez que veas a alguien siendo utilizado por Dios para predicar su Palabra, piensa en todo lo que ha tenido que atravesar y lo que está atravesando en ese momento para bendecir tu vida. No menosprecies su palabra, porque no es palabra suya, sino palabra de Dios.

Jesús mismo pago un precio por nuestro rescate, pagó el peor de los precios llevado a la cruz, muriendo por cada uno de nosotros. Así que nada de lo que atravesemos podrá superar lo que ya Cristo pagó por nosotros.

Pablo dijo en una ocasión:

"Sin embargo, considero que mi vida carece de valor para mí mismo, con tal de que termine mi carrera y lleve a cabo el servicio que me ha encomendado el Señor Jesús, que es el de dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios" (Hechos 20:24)

De ahora en adelante, antes de juzgarlo y criticarlo ora por el, porque tal vez este librando batallas que tu ni te imaginas lo fuerte que son.

Dios te bendiga de manera especial,

Evangelista Sujey Rodriguez

Ministerio Mujer Valiente y Guerrera